Relato de un Profesor de Autoescuela: Cuestión de vida o muerte
Entre extrañado y resignado escuchaba hace unos días en los informativos que enero de 2022 ha registrado 100 fallecidos en accidentes de tráfico en las carreteras españolas, según los últimos datos de siniestralidad de la Dirección General de Tráfico (DGT).
Más de tres fallecidos por día, empezamos muy mal el año.
El incipiente año 2022 va a ser un periplo de cambios importantes en normas de circulación, de los que un profesional del sector como el que escribe siempre espera con optimismo.
El Ministerio del Interior legisla con el ánimo de seguir aumentando la seguridad en nuestras carreteras, soliendo fijar su punto de mira sobre los conductores. Al fin y al cabo son las decisiones de las personas que nos ponemos a los mandos de los vehículos las que condicionan que los que compartimos asfalto lleguemos vivos o no a casa. Pero estamos errando el tiro, el problema es más profundo.
Que la seguridad vial supone un reto es un hecho cierto. Un reto para las Administraciones Públicas, un reto para los fabricantes de vehículos, un reto técnico a la hora de diseñar, construir y mantener nuestras calles y carreteras, un reto para los Órganos de Control como la Guardia Civil y las Policías Locales que intentan poner un poco de orden ahí fuera.
Sin embargo el mayor de todos los desafíos lo encontramos en el principio más esencial de cualquier proceso de convivencia que es la educación y la formación. En este caso la pelota cae sobre los Centros de Formación de Conductores, Centros de Reconocimiento de Conductores y sobre la figura más denostada del sector que es el “profe”, si si el profesor de autoescuela.
¿Quién es el profesor de autoescuela en todo este proceso de formación de conductores?
Hablando de seguridad vial, ¿Quién es el profesor de autoescuela en todo este proceso de formación de conductores?, la respuesta es tristemente sencilla, no es nadie. Y no es nadie porque la Administración se lo impide.
El profesor de autoescuela tiene voz pero no voto, da igual cual sea su criterio sobre la evolución de un alumno, si el alumno quiere examinarse aunque no sepa distinguir entre la palanca de cambios y el mando del limpiaparabrisas, el alumno se examina una y otra vez hasta que mira tú por donde suena la flauta, se alinean los astros y eureka, el alumno es declarado apto en la prueba de aptitudes.
Pero vamos por partes. Existen dos tipos de conductores en España, los que ya lo son y los que aspiran a serlo.
Respecto a los aspirantes a obtener un permiso de conducir nada ni nadie les obliga a asistir a clases teóricas, engullen test como autómatas en la autoescuela o si es mucho trabajo bajar a la “auto”, pues nada nada desde casa no siendo que la criatura se nos canse.
Así y sin saber diferenciar una señal de STOP del cartel de una farmacia se presentan al examen de la prueba de conocimientos, y tras uno, dos, tres (los que haga falta, por favor)…..ya está, “he aprobado el teórico” gritan a los cuatro vientos con orgullo.
En este proceso… ¿El profe de la autoescuela dónde está?
No está, prácticamente ha desaparecido del proceso de aprendizaje de conocimientos. Ahora las clases teóricas se dan en el coche.
Ya tenemos el teórico en el bolsillo, esto está hecho. El alumno enfila con ansia las clases prácticas lo único que por las mañanas no puede dar clase por el “insti”, por las tardes tampoco, tiene que ir a clase de piano (el chico es muy bueno dándole a las teclas y no pude dejarlo ahora, como es lógico), a la hora de la comida si lo recogen en la puerta del “insti” podría encontrar un hueco los lunes, jueves y algún viernes. Así en estas el alumno da tres clases al mes, y como se le está haciendo muy pesado porque claro “tiene mil cosas en la cabeza”, y todas más importantes que aprender a conducir, la familia decide que el vástago se examine ya, “en el pueblo ha cogido algo el coche con su padre, y él le ve bien” te dicen. ¿Dónde queda la valoración del profesor? Y los alumnos se examinan, y lo que es peor la mayor parte de las veces aprueban sin méritos para ello. Nadie obliga a un alumno a realizar un número mínimo de clases prácticas. Increíble pero cierto.
Lo pregunto de nuevo, y en este proceso ¿el profe de la autoescuela donde está?. No importa lo que diga, no importa lo que piense. El profesor se tiene que limitar a transmitir todo lo que pueda, en el plazo y condiciones que el alumno imponga porque es el alumno el que decide cómo y cuándo.
En cierta ocasión el padre de una alumna entre mofas y reproches me decía “aquí en la autoescuela solo enseñáis a aprobar a los chavales, conducir aprenden después”. Pese a sentirme ofendido en aquel momento por el comentario hemos de reconocer que llevaba buena parte de razón, la DGT como mediador del Ministerio del Interior no da herramientas la los Centros de Formación y profesionales de la formación vial para educar y formar a nuestros futuros conductores con garantías. No nos dejan hacer nuestro trabajo.
La finalidad de acudir a un Centro de Formadores de Conductores debería consistir en querer ser un conductor seguro, y como consecuencia de ello obtener un permiso de conducir. En España es al revés, la finalidad es tener el permiso de conducir y cuanto menos tiempo y dinero me cueste oiga, mejor.
¿Queremos buenos conductores, o muchos conductores?
Finalizando me pregunto ¿queremos buenos conductores, o muchos conductores?. Si la finalidad es tener cada vez mejores conductores tienen que cambiar muchas cosas. La formación de conductores necesita una reestructuración seria. Alumno y profesor deben ser un binomio inseparable, el alumno como protagonista de la formación y el formador como el maestro de ceremonias y juez del proceso. El profesor no puede ni debe ser un mero observador de lo que ocurre desde que el alumno se matricula en el centro hasta que la Jefatura Provincial de Tráfico lo declara apto.
La formación y educación de nuestros futuros conductores pasa por nuestras manos, los formadores del sector, los profesores de autoescuela que día a día salen a la carretera con la ilusión y la devoción de enseñar a sus alumnos a ser conductores responsables y permitirles así poder disfrutar de lo que para muchos (entre los que me incluyo) no solo es un placer, es casi una necesidad social, conducir.
Cada vez se nos exige más a los profesores de formación vial y creo que eso es algo positivo. En la actualidad es posible obtener el Título de Técnico Superior en Formación para la Movilidad Segura y Sostenible (en el enlace dispones de toda la información relativa al Grado Superior) que pretende profesionalizar y dignificar más un sector que necesitas mas y mejores profesionales.
En este vídeo te explicamos cómo obtener el Título de Técnico Superior en Formación para la Seguridad Vial y Movilidad. Esta es la nueva Titulación para llegar a ser Profesor de Autoescuela, entre otros cargos. Podrás realizar el curso en modalidad de Teleformación.
En Academia del Transportista queremos conductores seguros y responsables, para ello es necesario seguir trabajando en:
Educación y formación vial de los nuevos conductores.
Reciclaje de todos los conductores que ya disfrutan de su permiso de conducir, y no solamente de los conductores profesionales (que ya tienen sus propios cursos de formación continua CAP).
Formación y reciclaje de los formadores.
Que la Administración proporcione las herramientas normativas, pedagógicas y didácticas suficientes a los Centros de Conductores y sus docentes.